He venido sosteniendo que Hugo Chávez Frías tiene perturbaciones mentales serias, las cuales le imposibilitan para optar a la presidencia de nuestro país. Debemos poner esta situación en perspectiva. Diógenes Escalante fue eliminado de consideración presidencial en la década de 1940 porque alegó que le habían robado unas camisas en el Hotel “Avila”. Pero a Hugo Chávez Frías se le permite optar a la presidencia del país en el siglo XXI, a pesar de decir, por ejemplo, que “de su triunfo electoral depende el futuro de la humanidad”.
En la época del internet no es necesario ser un psiquiatra o siquiera un psicólogo para enterarse de lo que una declaración así significa. Quien observe al “candidato” podrá reconocer que sufre de una obsesion por controlarlo todo, de delirios de grandeza, de una distorsionada idea de su importancia y de su poder, de una creencia patológica en su superioridad, la cual es -a su vez– el producto de una sobre compensación de sus más íntimos complejos de inferioridad. Las pruebas para identificar esta aflicción no son particularmente difíciles de hacer (si el paciente se deja) y frecuentemente se relacionan con el uso de alguna droga, ya sea como adicción o por necesidad médica.
Este síndrome se conoce como Megalomanía y, aunque ya es de por sí bastante serio, es apenas una expresión de afliciones aun más serias de naturaleza paranoide. Pero hasta aquí llegamos, porque el análisis de esta psicopatología si es territorio reservado a los especialistas.
¿Cuanta muerte, cuanta destrucción y dolor para la humanidad hubiesen podido evitarse si enfermos mentales como Stalin, Pol Pot, Mao o Hitler hubiesen tenido cerca especialistas de coraje? Y así, en tono menor quizás, pero muy similar, hubiese sido el caso en nuestro país si especialistas como Edmundo Chirinos o Jorge Rodríguez no hubiesen vendido sus almas al diablo (de Barinas) y actuado con responsabilidad profesional. Haga CLICK AQUI para ler toda la história
Um comentário:
Perfeitamente.
Mas cadê o Chaves? Depois da eleição não ouvi mais falar dele. Cdê o homem?
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